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PSG humilló al Real Madrid

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Se acabó. Quien mal anda, acaba peor. La temporada que empezó con Ancelotti y unas expectativas disparadas se fue torciendo y ni la llegada de Xabi Alonso evitó el batacazo final. Todo lo avanzado en este Mundial de Clubes se fue por el sumidero porque el PSG es un adversario formidable, coral y deslumbrante, y si tus centrales regalan dos goles en diez minutos, estás condenado. No estuvieron Dean Huijsen ni Trent. Y se echaron de menos, sobre todo al primero, por comparación. Pero no hubo un solo sector donde el Madrid superara a los parisinos. Xabi tendrá que construir un equipo nuevo. Luis Enrique ha hecho un equipo perfecto. O casi.  

La primera decisión comprometida de Xabi Alonso fue valiente. Mantuvo a Gonzalo. Y a Vinicius. Y a Mbappé. A pecho descubierto ante el campeón de Europa. Habrá quien lo considere incluso temerario, vistos los efectos a los diez minutos. Y es cierto que en el intercambio de ataques inicial Courtois ya había hecho un milagro. Pero no hay plan que sobreviva a dos errores groseros, impropios de profesionales. Raúl Asencio, que irrumpió en el primer equipo como un futbolista eficaz y fiable, controló largo un centro lateral y no se activó por la presión. Perdió el balón, obligó al penalti de Courtois y tuvo la ‘suerte’ de que Fabián anotó a puerta vacía. Si no, era roja. Tres minutos después, Rüdiger controló mal, se embolicó y entregó el balón a Dembélé, que convirtió con eficacia.

Ousmane es la demostración de cómo un entrenador puede transformar a un futbolista. Siempre pareció anárquico y perezoso. Ahora es una fiera indomable, con y sin balón. Y si la estrella se comporta así, cómo se comportarán los demás. Una orquesta perfectamente afinada. Trató de responder el Madrid, con Gonzalo cayendo a banda para aportar más trabajo y facilitar las escapadas de Mbappé y Vini. Kylian, muy motivado, se fabricó una escapada contra tres. El brasileño ganó en velocidad a Beraldo, pero le robó la cartera Nuno Mendes, que venía de apoyar el ataque. Los fogonazos animaron a presionar a los blancos. Robaron una, en banda izquierda, y creyeron que podrían robar más. Ja. A la siguiente se escalonaron los franceses, jugaron de primeras y construyeron un golazo monumental. Salió Achraf, descargó Doué, el lateral buscó a Dembélé que metió en profundidad, tac, a un toque, tres para uno, y Fabián, que es un escándalo, gestionó la acción con temple. Frenazo ante Valverde y tiro cruzado a la red.

El 3-0 en el 24′ aplastó al Madrid, desnudo y con mucho tiempo por delante para medir el destrozo. Xabi no intervino, más allá de ese retoque de Gonzalo a la derecha. Sacó carácter Valverde y genio Tchouaméni, que vio una amarilla para frenar a Achraf. No hubo manera. La colocación, la precisión, el movimiento, la armonía… La superioridad abrumadora del PSG alfombraba una goleada. Kvarastkhelia perdonó una opción clara, en el pasillo entre central y lateral. Marciniak abortó una salida clara del georgiano tras caída de Mbappé que no era nada. Y Dembélé cerró el primer acto con un centro chut que buscó la escuadra.

Al descanso el partido estaba finiquitado. Quedaba comprobar la capacidad de reacción de un equipo que ha carecido de ella en toda la temporada. Así fue. Primero sin cambios, después con un triple relevo significativo,  despidiendo a Modric en el campo (Lucas tuvo unos minutos al final) y retirando a Vinicius, desacertado, en lugar de a Vinicius. El PSG jugueteó un rato con el ilustre rival y agrandó la goleada, pero cayó Dembélé en fuera de juego con la defensa adelantadísima del Madrid. Como ante el Inter de Miami, lo vio tan sencillo Luis Enrique que relevó a sus titulares para preparar la final del domingo. 

Si el primer tiempo fue frustrante, el segundo deshizo mucho de lo avanzado por Xabi Alonso desde su estreno. Sin sentido colectivo, buscando la solución individual, solos contra el mundo. Cada uno a la suya. El técnico comprendió que la batalla estaba perdida, que no había opción, y que había asuntos por resolver. Dejó sin calentar a Rodrygo. No cuenta. Algo similar ocurre con Ceballos. Metió a Carvajal y Militao en el campo, muchos meses después de lesionarse de gravedad. Carva vio una amarilla nada más entrar, enfadado por la inferioridad. Y el central fue lo mejor del tramo final, con un cabezazo cerca del palo, un disparo que obligó a Donnarumma y una acción defensiva de mérito. No pudo corregir en cambio el último acción de Gonçalo Ramos con Barcola, que definieron de lujo para redondear el cuarto. El PSG es un bloque imponente. El Madrid tiene un desafío inmenso para destronar al ex equipo de Mbappé. A correr tocan. A todos. 

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