El gobernador de Florida, Ron DeSantis, anunció el domingo que pondrá fin a su candidatura presidencial para 2024.
Su anuncio, realizado con un video publicado en X, se produce después de un decepcionante segundo puesto en las asambleas republicanas de Iowa de la semana pasada.
Es un golpe devastador para la prometedora carrera de una estrella republicana en ascenso, y su fracaso en alcanzar las elevadas expectativas de su candidatura causó una ola de dudas por parte de aliados y asesores cercanos. Algunos creen que DeSantis tardó demasiado en atacar al expresidente Donald Trump. Otros piensan que su equipo subestimó a la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley.
Muchos aún siguen convencidos de que DeSantis no podría haber hecho nada para arrebatarle el partido a los leales y considerables seguidores de Trump.
“DeSantis ha llevado el libro de jugadas al límite”, dijo a CNN en las últimas semanas Steve Deace, un conocido comentarista de radio conservador y partidario del gobernador de Florida. “Es tan simple como: cuando comenzaron a acusar a Donald Trump, la gente no estaba lista para dejarlo atrás. Y para DeSantis, no era su momento”.
Por su parte, DeSantis atribuyó su desempeño a una serie de desafíos, incluido el clima de Iowa, la lealtad de los medios conservadores a Trump y el aluvión sin precedentes de anuncios negativos en su contra. Una cosa que no criticó fue su discurso principal ante los votantes –su historial de logros en Florida– que continuó presentando en discurso tras discurso hasta sus momentos finales como candidato presidencial.
Su partida deja a la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, como la única alternativa a Trump en la carrera, pero sin mucho tiempo para consolidar el apoyo y alcanzar al favorito