John Lovedale se siente bastante bien a pesar de que no debería estar caminando ahora mismo. Son poco más de las 9 de la mañana de un caluroso sábado en Las Vegas y se pasea por el Aria Resort & Casino con una pronunciada cojera, haciendo una mueca de dolor mientras mueve las caderas en amplios semicírculos, arrastrando los pies para ponerlos exactamente donde deberían estar. Parece un extra de Grand Theft Auto al que le acaban de pegar un tiro en el trasero.
John tiene unos 40 años y mide 1,65 metros. Se ríe con ganas. Tiene la constitución espigada de un cactus saguaro. Si entrecierras un poco los ojos, se parece a un Neil deGrasse Tyson muy musculado. Está en la ciudad porque tiene cita con a su cirujano ortopédico. Llegó la noche anterior desde Harrisburg, Pennsylvania, donde trabaja como ingeniero de redes para el gobierno de Estados Unidos. Casi pierde el vuelo, y tenía tanta prisa que se olvidó de traer las muletas que se supone que debe usar. Pero no le importa demasiado porque dice que se encuentra bien.
Sólo que esté de pie ya es impresionate, y probablemente una locura si se tiene en cuenta que ocho meses antes medía 1,65. En septiembre de 2021, pagó 75.000 dólares por el agonizante privilegio de alargarse las piernas quirúrgicamente. Le rompieron los dos fémures y le insertaron clavos metálicos ajustables. Cada clavo, del tamaño de un flautín, está hecho de titanio, un material que es flexible y resistente al mismo tiempo, como el hueso. Los clavos se fueron extendiendo un milímetro cada día durante unos 90 días a través de un control remoto magnético. Una vez los huesos rotos se curaron, ¡tachán!, apareció un John más alto y renovado.
Un procedimiento como este no está exento de adverterncias. Los centímetros extra de altura se concentran en las piernas, por lo que las proporciones del cuerpo una vez finalizado el tratamiento pueden resultar un poco extrañas, especialmente cuando se está desnudo. Además, la recuperación puede ser larga y agotadora. Cuando quedamos, los huesos de las piernas de John aún no estabam completamente curados, y una pequeña sección de su fémur derecho estaba aún un poco blanda, como unos espaguetis al dente. Al menor tropiezo se podría partir un hueso en dos. Y en su caso el peligro es mayor porque es un tipo grande que pesa más de 90 kilos.
Luego está el dolor, que es implacable. A medida que se extendían los clavos de las piernas, también se estiraban los nervios y el tejido que rodea los huesos —especialmente los músculos gruesos y carnosos, como los isquiotibiales—, y el dolor llegaba a niveles insoportables. “Te recetan analgésicos para sobrellevar el dolor”, explica John, pero su mayor temor era engancharse a los fármacos, por lo que dejó de tomarlos antes de lo que debía.
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¿Por qué alguien como John —guapo, seguro de sí mismo, divertido, padre de tres hijos— se gastó en un procedimiento de este tipo más dinero de lo que cuesta un Tesla y que, además, supone soportar meses de agonía por un par de centímetros de más? No es que fuera especialmente bajo, sólo ligeramente por debajo de la media de un hombre estadounidense (1,65 m), pero la oportunidad de ser más alto que la media era demasiado buena como para dejarla pasar. «Me di cuenta de que la gente más alta lo tiene más fácil», dice John riendo. Se encoge de hombros. «El mundo parece inclinarse por ellos».
El verano pasado, tras realizar una búsqueda en Google, a John le empezaron a acribillar en Facebook con anuncios del Instituto LimbplastX, una clínica situada en Las Vegas fundada en 2016 por Kevin Debiparshad (a partir de ahora Dr. D), uno de los pocos cirujanos del país que realizan alargamiento de piernas cosmético, y uno de los principales expertos en el procedimiento.
Cuando llamé por primera vez al Dr. D, me dijo que el negocio estaba en auge. Desde que comenzara el confinamiento pandémico y el trabajo en remoto, el Instituto LimbplastX ha estado atendiendo al doble de su número normal de pacientes, a veces hasta 50 clientes nuevas al mes. Esta afirmación está respaldada por un informe relizado por la BBC, que sugiere que, cada año, cientos de hombres en Estados Unidos se someten a esta operación.
Sobre el papel, tiene sentido. Los estigmas que rodean a la cirugía estética están desapareciendo, especialmente en el caso de los hombres. Según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, en 2019 los procedimientos cosméticos masculinos aumentaron un 29% con respecto a las dos décadas anteriores.
Pero la estatura masculina, sobre todo la ausencia de ella, es uno de los últimos estigmas sociales, como si las nuevas reglas de la positividad corporal no se aplicaran verticalmente. Los chicos bajos no están tan discriminados como excluidos de ciertas cosas, como salir con ciertas personas más altas o jugar en un equipo de baloncesto. Según un estudio realizado en 2009 sobre hombres australianos, los bajitos ganan menos dinero que sus compañeros más altos (unos 500 dólares al año por centímetro); tienen menos probabilidades de ascender en la escala empresarial (según una encuesta, la altura media de un director general masculino de las empresas de Fortune 500 es de 1,80 metros); y los cis y heterosexuales bajitos tienen menos oportunidades románticas con las mujeres (un estudio realizado en 2013 en los Países Bajos descubrió que las mujeres eran más altas que sus parejas masculinas en solo el 7,5% de los casos). Yo mido 1,65 m en un buen día, y he comprobado que ser bajo es estupendo para volar en clase turista, pero para poco más.
La promesa del instituto del Dr. D es que, por un determinado precio, también puedes aumentar tus probabilidades de convertirse en un director general de una empresa incluída en la lista Fortune 500. Y la gente está dispuesta a pagar. La mayoría de los pacientes desembolsan entre 70.000 y 150.000 dólares, dependiendo de los centímetros que quieran “crecer”. La mayoría opta por los cinco centímetros, que es la medida estándar, que se alcanza operándose los fémures, un proceso que dura alrededor de un año. Pero es posible crecer quince centímetros si los médicos también operan las tibias. A continuación, hay que retirar los clavos quirúrgicamente, lo que cuesta entre 14.000 y 20.000 dólares más. ¿Que no tienes tanto dinero? Los pacientes pueden acceder a financiación personal a través de SoFi, el banco online. John pidió un préstamo para alargar sus fémures, y ahora tiene que pagar 1.200 dólares al mes durante los próximos cinco años.
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Es casi un milagro que podamos cambiar algo del cuerpo humano que antes era inalterable. Un rey bajito puede transformarse en un rey a secas siempre que esté dispuesto a someterse a una lesión horrible que te cambia la vida y que tradicionalmente se asocia con el atropello de un autobús. Es como si jugáramos a ser Dios para parecer un poco más alto en Tinder. En cierto modo es grotesco. Pero también es una maravilla médica. Y plantea todo tipo de espinosas cuestiones existenciales, como si creaciones tan frágiles como el ser humano debería jugar a ser Dios.
Ajustes
Al igual que la mayoría de las cirugías cosméticas diseñadas para convertirse en una versión más atractiva de uno mismo, el alargamiento de piernas cosmético estaba pensado originalmente para ayudar a los pacientes con problemas reales y, a veces, nefastos. El procedimiento fue desarrollado en la década de 1950 por un cirujano ortopédico soviético llamado Gavriil Ilizarov, que quería tratar fracturas óseas complejas y deformidades en las extremidades. El proceso es, por decirlo suavemente, era jodidamente complicado.
Consistía en un dispositivo que suena a herramienta medieval llamado marco de Ilizarov, un aparato ajustable que se coloca alrededor de, por ejemplo, la parte inferior de la pierna del paciente, desde el tobillo hasta la rodilla, como si fuera un andamio montado alrededor de una casa. A continuación, se rompe la pierna del paciente y las clavijas del aparato atraviesan la piel y el músculo de la pierna hasta que se fijan en el propio hueso, un proceso que pueder durar meses —manteniendo los huesos cortados en su sitio, ligeramente separados de lo normal, a fin de que crezca nuevo tejido óseo para rellenar el hueco—. Después de pasar meses postrado en la cama, un paciente con, digamos, una pierna izquierda más corta puede ver cómo milagrosamente tiene el mismo tamaño que su pierna derecha.
«LA GENTE TE MIRA DE FORMA DIFERENTE CUANDO ERES ALTO. AHORA ME MIRAN MUCHO MÁS EN EL GIMNASIO».
John Lovedale
El marco de Ilizarov sigue utilizándose, lo que es relativamente nuevo es el método alternativo de alargamiento de piernas que realiza el Dr. D, que ha evolucionado rápidamente en los últimos cinco años. El Dr. D compara el procedimiento con operarse las pecho: “Hacértelo no va a cambiar quién eres. Seguirás siendo la misma persona”. Una de las principales innovaciones que ofrece la clínica del Dr. D son los clavos de titanio extensibles que pueden insertarse directamente en el hueso, lo que significa que los pacientes ya no tienen que lidiar con las llagas abiertas que implicaba el uso los clavos del marco de Ilizarov.
Ahora los cirujanos buscan otras formas de agilizar el proceso. Entre 2019 y 2021, existía un clavo de carga construido en acero inoxidable, más resistente que el titanio, una innovación que permitía a los pacientes caminar casi inmediatamente después de haberse sometido a la cirugía. Sin embargo, los clavos de carga se retiraron del mercado tras comprobarse que el acero podría corroerse. El Dr. D dice que, en 2023, se podrá utilizar un nuevo clavo que debe primero ser aprobado por la FDA.
Como descubriría más tarde, el Dr. D siempre está buscando técnicas nuevas y mejores de alargar las piernas. Cuando me reuní con él en Las Vegas, me di cuenta rápidamente de lo rápido que habla, como si su agenda de trabajo fuera un bloque infinito de azul en el calendario de Google. Si le preguntaras qué es lo que más le gusta, probablemente te respondería que su mujer y sus dos hijas pequeñas, la serie de HBO Entourage, y el hueso, al que considera «el tejido más emocionante del mundo». «¡Se repara solo!», exclama. «Te mueres y es lo único que queda cuando ya no estás».
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Estamos cenando en Catch Las Vegas, una marisquería de moda en la que todos los camareros parecen llevar un filtro fotográfico en la cara. A pesar del calor agobiante que hace en la ciudad, el Dr. D, que mide 1,78 m, lleva unos vaqueros Diesel y una camisa negra de lunares debajo de un chaleco negro. Originario de Kingston, Ontario, estudió medicina en McGill, con una beca de postgrado en Harvard, y al principio pensó que se especializaría en algo más aburrido como medicina interna, hasta que trabajó en un turno en un departamento de ortopedia con el famoso cirujano de Montreal Ken Brown.
Brown dirigía en la Clínica Lizzy, especializada en reparar deformidades óseas en niños: «Alargar el hueso, corregir la deformidad de un pie zambo, deformidades tibiales, ese tipo de cosas», explica el Dr. D. Cuando trabajaba para Brown, le cautivó la idea de utilizar dispositivos como el marco de Ilizarov para estirar y distorsionar los huesos y curar lesiones. «En realidad estamos creando un hueso para este espacio en concreto», recuerda que le explicó un compañero mientras apretaba el pulgar y el índice como si estuviera valorando un diamante. «Le miré como diciendo: ‘¿Estás alargando el hueso? ¿Estás eliminando esta discrepancia de cinco centímetros en este paciente? Parece magia».
Los pacientes del Dr. D no encajan en ninguna categoría, salvo en que la mayoría están forrados: médicos, banqueros, actores, directores generales. Un presentador del telediario. Incluso jugadores de baloncesto universitario que buscan unos centímetros más, aunque el Dr. D no lo recomienda. «Es difícil predecir cuál va a ser el resultado desde el punto de vista deportivo», dice. «Lo que suelo decir a los pacientes es: mira, lo que quieres es ser más rápido por unas milésimas de segundo que el tipo de al lado, entonces puede que éste no sea el procedimiento para ti, porque de hecho puede disminuir tu capacidad atlética.»
Hay hombres trans que a menudo sólo quieren medir un poco más para sentirse más a gusto consigo mismos. (Aunque a veces, el Dr. D acorta las piernas de las mujeres trans.) Hablé con una enfermera filipina que medía menos de un metro y medio, y ahora mide más. Y con popular YouTuber de Asia que, al parecer, pagó el procedimiento vendiendo unos cuantos Bitcoin.
Y luego están los hombres que trabajan en el sector tecnológico. «Podría abrir una empresa de tecnología», dice el Dr. D. bromeando. «Tengo como 20 ingenieros de software sometiéndose a este procedimiento ahora mismo en Las Vegas. Ayer había una chica —porque las chicas también pueden ser tech bros— de PayPal. Tengo pacientes de Google, Amazon, Facebook, Microsoft. He tenido varios pacientes de Microsoft».
Lo que todos los pacientes con los que hablé tienen en común es que el alargamiento de piernas les ayuda a sentirse como una versión más completa de sí mismos. «Muchos pacientes lo ven como una inversión personal, y no necesariamente desde el punto de vista romántico», dice el Dr. D. «La estatura es una parte muy importante de lo que eres, de cómo percibes el mundo y de cómo el mundo te percibe a ti. Ser capaz de cambiarlo es realmente impactante».